Se han certificado 265 empresas como parte del Sistema B en el país, 50 en 2023. Su objetivo, explica, será convertirse en un “puente” para incentivar la colaboración con el sector público, la academia y las organizaciones sociales. “Las empresas están buscando el impacto y no una cuestión de imagen”, dice. Guillermo V. Acevedo
En las últimas dos décadas hay una creciente toma de conciencia de los impactos del cambio climático a nivel de Estados —ejemplo es el Acuerdo de París, pacto internacional sobre la crisis climática adoptado en la COP21 de 2015—, pero también en el ámbito empresarial.
La regulación gubernamental, algunos conflictos, la competencia y la presión de los consumidores han empujado a las empresas a atender más sus prácticas ambientales y sociales. De esa preocupación nace Sistema B en 2006, en Estados Unidos, y más tarde, en 2012, comenzó a operar en Chile.
Esta corporación busca ser “un puente entre los distintos mundos en el país”, agrupando a las distintas empresas “B”, conectándolas con el sector público, y promoviendo que “son actores de transformación, con potencial de impacto social, económico y ambiental”.
Así lo define Hernán Hochschild (39), el nuevo presidente del directorio de Empresas B, desde abril. Se enfocará “en hacia dónde va este movimiento en Chile, en participar de distintas instancias como mesas de trabajo en temas a nivel país, pero también en identificar cómo podemos lograr que este movimiento y comunidad crezca”.
Su carrera lo fue preparando, reconoce. Fundó Kyklos hace 12 años, empresa que impulsa la cultura ambiental en distintos tipos de comunidades. Además es cofundador de Elige Educar y director ejecutivo de Tenemos que Hablar de Chile, plataforma que promueve “la cohesión y construcción de una hoja de ruta país”.
En su análisis, explica que “uno de los virus que hoy nos tiene atrapados son las distancias entre los distintos actores en el país. Cuando hay mucha distancia entre la academia, las empresas, los líderes sociales, el gobierno, los partidos, y otros, es más difícil construir proyectos conjuntos, potenciar las confianzas. Queremos ser un nexo”.
Hoy, 265 empresas de diversos sectores tienen la certificación B en Chile, entre ellas, Viña Concha y Toro, Cervecería AbinBev, Hortifrut, Red Megacentro, Deisa, Caja Vecina, Explora, The Not Company, Buk o Buin Zoo. De ellas, 50 se integraron durante 2023, haciendo de Chile el país que más empresas asociadas tiene en América Latina.
Mantener esta categoría B implica el pago de una cuota de certificación anual, que depende de la facturación de cada empresa y que según consta en su página web, varía entre los US$ 1.000 y US$ 50.000.
“A diferencia de las compañías tradicionales que se enfocan en maximizar ganancias, las empresas B se comprometen a utilizar su fuerza como agentes de cambio para generar un impacto positivo”, explica.
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Fuente: Economía&Negocios, El Mercurio